La miel es un producto natural por excelencia y es rica en propiedades beneficiosas para nuestro organismo.
No todo el mundo sabe que la miel puede sustituir al azúcar granulado en la preparación de postres.
Además, tiene un valor energético igual pero un aporte calórico menor (304 Kcal por 100 g de miel, mientras que 392 Kcal para la misma cantidad de azúcar).
Se puede considerar un verdadero alimento porque contiene azúcares de fácil asimilación y asegura un alto aporte de minerales, vitaminas y algunas enzimas que favorecen el buen funcionamiento de nuestro sistema digestivo.
Cómo utilizar la miel en la cocina
En la cocina, la miel es un excelente aliado que puede utilizarse tanto como sustituto del azúcar en la preparación de postres como para dar un toque de originalidad y algo de sabor extra a la preparación de recetas saladas.
Hay diferentes variedades disponibles en el mercado: acacia, flores silvestres, cítricos, castaño, lima, sólo por nombrar algunas.
Una vez extraída, la miel no tratada se encuentra en estado fluido y luego cristaliza a temperaturas relativamente bajas, volviéndose más o menos sólida.
Para devolverla a su estado original, basta con calentarla al baño María, procurando no superar los 40 grados de temperatura.
Para la preparación de los dulces podemos elegir el tipo que prefiramos, en función de nuestros gustos personales, aunque las más recomendables son la miel de acacia y la de flores silvestres, cuyo sabor delicado y ligero no altera el sabor de lo que estamos preparando.
La miel de castaño, en cambio, tiene un sabor más fuerte y ligeramente amargo que combina perfectamente con los platos de carne, especialmente de cerdo, y los quesos blandos.
La miel de lima es muy aromática y está especialmente indicada para pasteles y postres o como complemento de tés e infusiones.
Cómo sustituir el azúcar por la miel
El procedimiento es realmente muy sencillo, es necesario sustituir el azúcar por una cantidad de miel un 20% inferior a la dosis indicada, ya que la miel tiene un mayor poder edulcorante.
Si, por ejemplo, nuestra receta pide 200 g de azúcar, utilizaremos sólo 160 g de miel.
El cálculo que hay que hacer es dividir la cantidad entre cien y multiplicar por veinte: en este caso hacemos 200:100= 2 y luego 2×20= 40. Lo que obtenemos es la cantidad a restar, así que hacemos: 200-40= 160.
Aquí tenemos la dosis de miel a utilizar.
Si no tenemos una balanza, podemos utilizar una cuchara sopera común, que pesa unos 18 gramos llena de miel.
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